El cierre de una sociedad limitada o anónima puede derivarse de diversas situaciones, como dificultades económicas, cambios estratégicos o decisiones internas de los socios. Sin embargo, independientemente del motivo, es esencial seguir un procedimiento formal para la disolución, liquidación y cierre de la sociedad.
En tiempos de incertidumbre económica, la toma de decisiones rápidas y eficaces por parte de los responsables de la empresa es fundamental. La disolución de una sociedad implica su desaparición jurídica, pero no pone fin automáticamente a su actividad comercial. Durante este proceso, la denominación de la sociedad deberá incluir la mención “en liquidación”.
La extinción de una sociedad se realiza en tres fases clave:
El primer paso es convocar una Junta de socios para acordar la disolución de la sociedad, lo que dará lugar al proceso de liquidación. Este acuerdo debe formalizarse en escritura pública e inscribirse en el Registro Mercantil. A partir de este momento, se abre el periodo de liquidación.
Durante este periodo, la sociedad pierde su personalidad jurídica habitual y asume el estado de “en liquidación”. Los liquidadores de la empresa deben preparar un inventario y un balance detallado, cerrados en la fecha en que se acordó la disolución, en un plazo máximo de tres meses.
Los liquidadores tienen la responsabilidad de:
Durante el proceso de liquidación, la sociedad está sujeta al Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, por el concepto de Operaciones Societarias, aplicándose un tipo impositivo del 1%. Además, cada uno de los socios debe pagar el 1% de la adjudicación recibida.
Si las adjudicaciones a los socios se realizan en bienes no dinerarios, estas estarán también sujetas al IVA, lo que implica una mayor carga fiscal en función de la naturaleza de los activos repartidos.
El cierre de una empresa implica una serie de pasos formales que van más allá de la simple decisión de dejar de operar. Desde la disolución hasta la liquidación, pasando por la cancelación en el Registro Mercantil, es esencial cumplir con todos los requisitos legales y fiscales. Los liquidadores juegan un papel clave en este proceso, ya que su responsabilidad es velar por la correcta distribución de los activos y garantizar el cumplimiento de las obligaciones pendientes.
En Isaac Romà, te ofrecemos un asesoramiento integral para que puedas cumplir con todos los requisitos legales de forma eficiente, asegurando un proceso de liquidación y disolución sin complicaciones para tu empresa. Nuestro equipo de expertos en derecho mercantil y fiscal está preparado para guiarte paso a paso en cada fase del cierre de tu sociedad.
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